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Del 14 de enero al 14 de febrero

  • El dramaturgo dirige una nueva puesta en escena de La lengua en pedazos, Premio Nacional de Literatura Dramática 2013.
  • La obra presenta, a modo de fantasía teatral, el combate entre Teresa de Jesús y un representante del Santo Oficio.
  • Clara Sanchis se pone en la piel de la monja rebelde mientras que Daniel Albaladejo interpreta a su antagonista, el Inquisid.
  • Teresa de Jesús es, para Mayorga, «un personaje a contracorriente para su tiempo, una mujer que escribía y elegía su camino, abriendo el camino a otras».

La lengua en pedazos

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Juan Mayorga, Clara Sanchis y Daniel Albaladejo vuelven a reunirse para una nueva puesta en escena de La lengua en pedazos, Premio Nacional de Literatura Dramática 2013. El espectáculo, que podrá verse en el Teatro Galileo del 14 de enero al 7 de febrero, supone para Mayorga «no reconstruir la versión que un día hicimos, sino imaginar de nuevo a Teresa y al Inquisidor y ganar lo que sobre ellos y sobre nosotros el tiempo nos ha ido revelando».

La obra da el pistoletazo de salida a la programación de la sala madrileña en el nuevo año y entronca con la apuesta del espacio por la reflexión, la dramaturgia contemporánea y el acercamiento de la tradición literaria a todos los públicos.

Juan Mayorga (Premio Europa Nuevas Realidades Teatrales 2016, Premio Nacional de Teatro 2007, Premio Valle-Inclán 2009 y Premios Max al Mejor Autor 2006, 2008 y 2009) firma este texto y dirige este montaje, que describe como «un combate que tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios». Sobre la protagonista, explica: «Veo en ella una insurrecta. Un personaje a contracorriente para un tiempo en el que una mujer que escribía y elegía su camino era sospechosa -y más si escribía con inteligencia y abría su camino a otras-. Teresa es también, desde luego, un personaje a contracorriente para nuestro propio tiempo. Pero por eso mismo nos es tan fascinante: porque, al tiempo que nos atrae, nos es extraña. Se comparta o no su credo, asombra la enorme voluntad que en él se apoya. También asombra una palabra tan raramente hermosa cuando habla de su cuerpo herido como cuando pinta ángeles o infiernos. Ganar para el teatro ese personaje y esa palabra fue mi deseo cuando comencé a imaginar La lengua en pedazos. Poco a poco, se me fue apareciendo un antagonista -y, al tiempo, un doble- en una fantasía teatral: el Inquisidor. El cual aparece en la noche no solo para interrogar a Teresa, sino también para interrogarse a sí mismo y, finalmente -quiero creerlo-, para interrogarnos».